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Los judíos en España. El Esplendor de Sefarad

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Revisión del 15:22 3 jun 2013 de Al265843 (discusión | contribuciones) (España medieval musulmana (siglos VIII – X) Al-Ándalus)

Los judíos en España. El Esplendor de Sefarad

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«Mosaico secular de culturas, la Península Ibérica guarda entre su valioso legado colectivo la huella que dejó la vida cotidiana de los viejos judíos españoles, expulsados en 1492 por los Reyes Católicos. Costumbres, mitos y laberínticos trazados urbanos conforman esa singular herencia, cuyos vestigios se pueden aún rastrear entre umbrías callejas y sinagogas hoy reconvertidas en iglesias o museos. No solamente eran unas comunidades minúsculas, sino auténticos gobiernos autónomos: las aljamas. En ellas contaban con sus rabinos, cementerios, baños rituales, carnicerías, hornos comunitarios, tribunales y hasta con hospitales para peregrinos y pobres»


                                             Al hablar de un pueblo, hemos de exponer las potencias
                                             en que su espíritu se particulariza
                                                                      Georg Wilhelm Friedrich Hegel


Introducción

La finalidad de este trabajo de investigación, no es otra que el logro de dar una visión de la España medieval focalizada en la coexistencia durante siglos de tres religiones y tres culturas distintas entre sí, tres pueblos, los cristianos, los musulmanes y los judíos, la España medieval ofrece una serie de rasgos singulares, que la diferencian con respecto a la mayor parte de los países de Europa. Es cierto que hubo comunidades judías en la mayoría de países de la cristiandad europea, pero la presencia de musulmanes no se dio ni en Alemania, ni en Inglaterra, ni siquiera en la vecina Francia aunque sí que el islam intentó en las primeras décadas del siglo VIII, ocupar la parte sur de Francia, siendo derrotados por los francos, en la batalla de Poitiers (732) situación que les obligó a abandonar los citados territorios. Solo en España por tanto, se da la circunstancia de la convivencia de los tres pueblos, con diferentes costumbres, religiones y culturas. Durante muchos años la historia nos ha sido narrada desde un punto de vista de la preponderancia de los cristianos, considerados como auténticos españoles, mientras que musulmanes y judíos eran vistos como personas ajenas, a las que había que expulsar de España lo antes posible, es de justicia que esta focalización de la historia se haya ido cambiando desde hace tiempo, el eminente filólogo Marcelino Menéndez Pelayo denominó a Umar ibn Hafsum dirigente de una revuelta muladí en tierras de Al-Ándalus en el siglo IX, nada menos que como ¨el Pelayo de Andalucía¨ el historiador decimonónico Francisco Javier Simonet, que concebía a los mozárabes como españoles que subyugados por la morisma conservaron durante siglos la religión, el espíritu nacional y la cultura de la antigua España romano-visigoda y cristiana. La tradición española se identificaba con la comunidad cristiana.

Esta estructura de pensamiento entra en contradicción con lo expresado por Alfonso X el Sabio en su Estoria de España afirmando que en la historia de nuestro país habían participado tanto cristianos, como musulmanes y los judíos, por tanto los reyes cristianos del Medievo aceptaban a las gentes de otras religiones, no solo como súbditos sino como parte integrante del presente. La influencia en la cultura debida a la coexistencia de las tres sociedades musulmana, cristiana y judía se ha demostrado de forma muy significativa, uno de los más prestigiosos estudiosos de la España musulmana Pierre Guichard, profesor de la Universidad de Lyon afirma que no hubo absorción y asimilación de los orientales por los hispano-visigodos sino más bien a la inversa, en el Al-Ándalus funcionaron aspectos como la endogamia, la fuerza de la tribu y del clan, la poligamia y el papel privilegiado de la masculinidad, puntos de vista semejantes han sido defendidos por Thomas F. Glick en su libro Cristianos y musulmanes en la España medieval (711-1250).

Es cierto que los primeros en llegar a España fueron los judíos aunque la información de que disponemos de la época romana es escasa, se sabe que los últimos monarcas visigodos tomaron medidas muy duras contra ellos, el giro más importante se produce a partir del siglo VIII con la invasión musulmana, es evidente que durante el primer Califato hubo una confluencia de las tres religiones, al mismo tiempo hay que recordar que fueron los musulmanes quienes introdujeron en el ámbito hispano las obras y la filosofía de los autores grecolatinos y que serian decisivas en el futuro de la ciencia en Europa. Es a partir del siglo XI cuando los cristianos empiezan a recuperar tierras hacia el sur, pero los reyes cristianos, se mostraron muy tolerantes tanto con musulmanes como con judíos, contrario a lo que sucedía en Europa, con la puesta en marcha de las Cruzadas, un ejemplo lo tenemos en la fundación de la Escuela de Traductores a comienzo del siglo XII en Toledo, demuestra el grado de convivencia entre cristianos, musulmanes y judíos, es a partir del siglo XIV en que se produce una creciente hostilidad hacia los judíos y que sufrieron también los musulmanes, situación ésta que desembocó a finales del siglo XV, con la expulsión de los judíos y a continuación de los islamitas, salvo que unos y otros aceptaran el bautismo.

Hemos de recordar las palabras de Juan Pablo II, del 30 de Abril de 1991 en una audiencia de cristianos, musulmanes y judíos: Se sabe que los judíos, los cristianos y los musulmanes provienen de diferentes tradiciones religiosas pero que están muy relacionados entre sí. De hecho todos los creyentes de esas religiones remontan sus creencias a Abraham por quien sienten un profundo respeto, aunque de diferente manera. Si no existe paz entre ellas ¿Cómo puede hallarse armonía en la sociedad? De los creyentes, de los representantes de la religión, de las personas que han pasado tantos años de su vida meditando sobre los libros sagrados, el mundo espera la paz.


Los orígenes bíblicos de Sefarad

Sefarad es el nombre hebreo de España. La mención más antigua de este nombre aparece en el texto del profeta Abdías siendo ésta una de las citas bíblicas y posteriormente éste será el nombre que a España reservarán los autores judíos y de él tomarán el suyo los sefardíes, judíos españoles o de origen hispánico. Desde nuestros historiadores del Renacimiento la presencia judía en España se podía remontar al primer capítulo prestigioso de nuestra historia a aquel que las fuentes literarias clásicas relacionaban con el mítico nombre de Tarteso, ya citado por Herodoto (padre de la Historiografía occidental) se basaba en la identificación entre dicho corónimo de raíz griega y la Tarsis citada en varios textos bíblicos, comenzando por el conocido Reyes I, 10, 22. Pasaje de la crónica real israelita donde se cuenta la conjunción de esfuerzos acordada por el rey Salomón (961-922 a. C) y su contemporáneo el soberano de Tiro, Jirán (969-936 a. C) para construir y armar una flota de altura capaz de comerciar con el muy lejano y exótico país de Tarsis.

Trilingue Biblico Universidad de Salamanca
Negueb Tierras biblicas Sur de Jerusalen Norte de Egipto


De todas formas si fuera cierta la identificación de Sefarad con España en la profecía de Abdías cabría deducir ya desde entonces la existencia de comunidades judías en la Península, pero no sólo no es cierta (Garcia Iglesias, 1978, p.36) sino que cabe presentar como seguro que la Sefarad bíblica hace referencia por testimonios epigráficos a la ciudad asiática de Sardes. Es por ello que no se puede utilizar el texto de Abdías como argumento a favor. El primer autor que tradujo Sefarad por España fue Jonatán ben Uziel, discípulo del célebre rabino Hillel del siglo I d. C en plena época romana y a partir de él se puede decir que toda la literatura hebraica postbiblica atribuya a España el nombre de Sefarad.

También tenemos otra referencia bíblica en el libro del profeta Jonás (1, 1-3) tras recibir la orden de Dios de marchar a Nínive para predicar el arrepentimiento a los enemigos históricos de Israel, Jonás decidió desobedecer y que puesto a huir de los designios divinos pensó en marchar por barco a la lejana Tarsis en la Península Ibérica relacionada con la colonización fenicia. Las curiosas noticias que las narrativas bíblicas nos proporcionan sobre el comercio de los fenicios y los israelitas se han utilizado con frecuencia como prueba para demostrar la antigüedad de las actividades mercantiles fenicias anteriores al momento en que la arqueología permite remontarlas, los pasajes referentes a Tarsis han sido esgrimidos en este sentido respecto al comercio fenicio en el Mediterráneo occidental. Muchos autores han admitido la identificación de la Tarsis bíblica y el mítico Tartessos, la civilización meridional hispánica que la arqueología revela cada vez con más fuerza y claridad (admiten la identidad A. Shulten, J. Chocomeli, A. Garcia Bellido y J. Maluquer de Motes). Sin embargo R. Barnett o J. Arce no lo consideran probable.

Al margen de la presunta identidad de Tarsis y Tartessos nada clara y de la fundación de Cádiz (Gadir) por los fenicios hacia 1100 a. C podemos afirmar como seguro la presencia antiquísima de los fenicios en España y que los hebreos colaboraron en la empresa colonizadora y que a fines del segundo milenio las rutas mercantiles de occidente habían sido abiertas por los fenicios y que nada se opone a que las naves del rey Salomón llegaran hasta nuestras costas. (Garcia Iglesias, 1978, p.34).


Llegada y establecimiento de los judíos en Hispania

La presencia de los hebreos en tierras hispanas data según los indicios, de la Diáspora que se puso en marcha poco tiempo después de la destrucción por orden del emperador romano Tito, del segundo templo de Jerusalén (70 d. C), hemos de hacer mención que para que no pesara la acusación de ¨deicidas¨ sobre los judíos en tanto que ¨asesinos de Jesucristo¨ algunos judíos asentados en tierras de Hispania, manifestaron en tiempos medievales que sus antepasados habían llegado a la península Ibérica, bastante tiempo antes del nacimiento de Cristo, esta opinión de todas formas no está fundada en ningún conocimiento sólido. Cabe así mismo la posibilidad de que llegaran judíos a la Península a raíz de las conquistas de Pompeyo y desde luego debido a las dos importantes guerras judaicas de épocas de Vespasiano y Adriano, éstas debieron influir en gran manera en la dispersión de judíos por Occidente, las fuentes literarias, los escritos de San Pablo (Oracula Sibillyna, Estrabón, Flavio Josefo. La I carta de San Pablo a los romanos) y la arqueología así lo atestiguan.

De los primeros tiempos de presencia judía en España, se ha conservado una inscripción funeraria relativa al pueblo judío en la localidad de Abdera (Adra), esta inscripción data del siglo III. En el concilio de Iliberis celebrado entre los años 303 y 309 se hizo referencia a comunidades judías existentes en localidades de Ávila, Asturica Augusta (Astorga) y Emérita Augusta (Mérida).

Según Garcia Iglesias (1978, p.38) el escollo de la explicación sobre la procedencia de los hebreos en la Península no es el dilucidar si era en tan primitiva época, sino en la continuidad en los hipotéticos asentamientos citados y los conocidos en épocas posteriores, pues es difícil suponer a una comunidad israelita peninsular que desvinculada de Palestina, no acabara perdiendo su identidad. De cualquier manera cuando los romanos llegaron a la Península Ibérica ya habían comunidades judías aquí, los hechos narrados en los libros de los Macabeos (siglo II a. C) (I Macabeos, 8-3) lo atestiguan. Las más antiguas menciones de judíos en la Península nos conducen a la época del Imperio Romano.

Los dos siglos anteriores al comienzo de nuestra era, fueron esenciales para el desarrollo ulterior de España, en este tiempo la Península se convirtió en la clave de un enfrentamiento mediterráneo, el que tuvo lugar con motivo de las guerras púnicas que enfrentaron a Roma y Cartago y que cambiaron la historia del mundo. Vencida Cartago estratégicamente desde el momento en que el genial Escipión captó que la clave de la lucha era Hispania, Roma emergió como una gran potencia llamada a regir los destinos del mundo conocido durante más de quinientos años.

Guerras púnicas Roma y Cartago

El papel que desempeñaron los judíos en aquella contienda no está documentado pero es muy probable que fuera muy interesante, cabe preguntarse a quién apoyaron los judíos a Roma o a Cartago, lo ignoramos pero lo que sí es cierto es que finalizada la guerra los judíos continuaron en Hispania bajo la República romana a diferencia de los cartagineses demostrable con la extensa cantidad de colonias judías, por citar algunas de las más importantes, Livia (la actual Llivia), Emporiae (Ampurias), Iluro (Mataró), Barcino (Barcelona), Tarragona, Dertosa (Tortosa), Ebussus (Ibiza), Maiorca (Mallorca), Saetabis (Játiva), Carthago Nova (Cartagena), Abdera (Adra), Iliberris (Granada), Malaca (Málaga), Gades (Cádiz), Nabrissa (Lebrija), Híspalis (Sevilla), Ilipa (Alcalá del Rio), Carmo (Carmona), o Corduba (Córdoba) a estos nombres habría que añadir fuera de Levante, de las Baleares y de Andalucía lugares como Mérida, Segóbriga o Asturica Augusta (Astorga), los judíos llevaban asentados en la Península ibérica siglos, más que los romanos y en apariencia no existían problemas de convivencia con los habitantes de Hispania, impregnada ya de la cultura clásica y de manera creciente por una fe que había surgido en el seno del judaísmo es decir la fe cristiana.

El problema judío se plantea a partir de la situación social y religiosa de una sociedad concreta, helenístico romana la cual no tenía dudas sobre la cuestión de las relaciones entre hombre y Divinidad, las cuales eran materia de Derecho público y entraban dentro de los deberes del ciudadano, sin embargo la pérdida de fe en sus dioses, sustituida por corrientes místicas o por elucubraciones teosóficas, hizo a la sociedad más tolerante de hecho pero no de derecho. Se produjeron explosiones violentas de persecución, contra aquellos ciudadanos que abrazaban una nueva religión, poco acorde con las normas oficiales, pero el problema se planteó bajo un nuevo prisma, cuando Roma se tuvo que enfrentar con el judaísmo (63 a. de C.), religión de un Dios personal y trascendente, único y omnipotente que reclamaba a sus fieles una entrega total y sin condiciones y excepto a un periodo de tiempo posterior a la sublevación de Bar Kochbá (135 d. C.) reconoció a la sinagoga un estatuto de religión lícita, por el contrario, los cristianos no lograron esta libertad ni este estatuto, dado que no constituían una comunidad nacional, la ruptura coincidió con el reinado de Nerón cuya esposa Popea tenía simpatías por la religión judaica, las persecuciones fueron un hecho y el Estado romano se encontró ante el dilema de destruir al cristianismo o intentar asimilarlo, los cristianos sostenían una doctrina contraria a la res pública, la religión no puede ser regulada por el Derecho público, la Iglesia que fue la forma de comunidad abierta y no nacional que los cristianos adoptaron se hizo tan fuerte, que no le quedó al Imperio romano otra alternativa que procurar asimilarla.

El siglo IV tuvo una enorme trascendencia en Europa y en el mundo conocido, el cristianismo emergió con fuerza y fue considerado por el emperador Constantino el aglutinador necesario para mantener la consistencia de Roma. De forma clara y fehaciente, el primer documento que nos da a conocer la existencia de los judíos en España es el acta del Concilio de Elvira (Granada), en el mismo se refleja que fueron convocados al Concilio diecinueve obispos, veinticuatro presbíteros y un considerable número de diáconos y aun laicos para tratar de asegurar la ortodoxia católica frente al doble problema de la gentilidad y la herejía.

Cánones del Concilio de Elvira
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A través de los cánones del Concilio de Elvira, se constata la presencia y el arraigo de las comunidades judías, en dichas actas se analiza la situación de los judíos, a los que se ve como un factor perturbador para los cristianos, por su importancia numérica y económica, siendo necesaria la intervención de la Iglesia para prohibir alguna forma de relación entre ellos.

Cuatro son los cánones que se refieren expresamente a los judíos, 16, 49, 50 y 78, el primero, prohíbe la unión matrimonial entre mujeres judías y hombres cristianos, es curioso observar que esta prohibición afectaba solo a mujeres y no a hombres judíos, el canon 49 prohibía que los judíos bendijeran los frutos de las tierras propiedad de cristianos, la sanción era la excomunión perpetua, el canon 50 prohíbe que cristianos y judíos se sienten a una misma mesa y el ultimo el 78 hace referencia al adulterio de cristiano con mujer judía, sancionándolo con la excomunión por cinco años.

Por lo tanto a inicios del siglo IV los judíos que residen en Hispania, son una comunidad pequeña pero muy extendida, que se mantiene separada de la cristiana, sin embargo las relaciones debían ser más de cercanía que de enconamiento. La situación de convivencia más que tolerable, en un Imperio en el que las diferentes culturas estaban insertadas en una raíz común de la clásica y en el que las religiones podían convivir a pesar de la creciente influencia del cristianismo, se iba a ver alterada con la llegada de una nueva etnia a España, una etnia que llevaba siglos de intentos de conquistar el Imperio y que había acabado irrumpiendo en su seno aniquilándolo.


Los judíos en la España visigoda

Las invasiones bárbaras de la Península se producen en un contexto de cambios significativos que se habían producido en el alto Imperio romano, uno de estos cambios a nivel socio político es el de la decadencia de las ciudades y la ruralización de la economía (Garcia Iglesias, 1978, p.83), el cristianismo se fue afianzando como religión extensa en Hispania y al final del siglo V era la Iglesia la que representaba el papel de aglutinante en la compleja sociedad hispánica de la época. Los judíos ante los cambios sociales y económicos producidos que habían despoblado las ciudades al tiempo que nacían grandes explotaciones agrícolas autosuficientes acabaron por cambiar su tradición urbana por el trabajo en el campo.

Busto del Emperador Constantino

Hay que decir que en el final del siglo V la mayor parte de la sociedad perteneciente a las capas más altas eran cristianos, de todas formas la presión anti judía era manifiesta, remontándose a los primeros emperadores cristianos, ya Constantino había prohibido a los judíos que tuviesen esclavos cristianos, la Carta de Constantino a las Iglesias de Oriente fue de hecho un ataque a los judíos, Constancio su sucesor prohibió que los judíos tuviesen esclavos paganos y Teodosio equiparó el matrimonio mixto con el delito de adulterio, de todas formas bajo el reinado de Teodosio los judíos gozaron de cierta tolerancia (Constitución Teodosiana, XVI, 8,9, año 393, recogida por André Piganiol, p.292), estas leyes afectaban a todo el Imperio y con la muerte de Teodosio la situación no cambió dado que la legislación era la misma para Oriente y Occidente.

Constitución Teodosiana
Breviario de Alarico II

La administración romana por tanto llevaba a cabo todas estas modificaciones legales no sabemos con qué urgencia, dado el problema de las invasiones de los barbaros, pero sí que demuestra una preocupación constante por el problema judío en Hispania, en el año 416 los visigodos se encontraban ya en Hispania como federados del Imperio, actuando a favor de los intereses del emperador Honorio, a cambio de expulsar del territorio a suevos, vándalos y alanos, recibían tierras en donde asentarse pero esta situación a la práctica implicaba la pérdida de control de grandes extensiones de territorio por parte del Imperio, este pueblo visigodo nada tenía que ver con el Derecho romano por lo que sus costumbres sociales no encajaban con el sistema romano. Las invasiones bárbaras influyeron como es lógico en las comunidades judías de forma directa al igual que al resto de habitantes de la Península, es más que probable que la irrupción de suevos, vándalos y alanos colapsara la actividad y los recursos en las explotaciones rurales especialmente en las zonas más afectadas por la invasión, la entrada de los visigodos coincide en el tiempo con un episodio no muy conocido, el de los judíos de Mahón, convertidos en masa al cristianismo, se sabe algo a través del documento de Severo de Menorca, refleja que la convivencia entre judíos y cristianos había sido pacifica hasta el momento la situación cambio con la llegada de un presbítero procedente de Jerusalén con unas reliquias relacionadas con Esteban el protomártir cristiano, la predicación del recién llegado acabó con un asalto a la sinagoga local, en las dos ciudades más importantes Magona (Mahón) y Iamona (Ciudadela) en esta última no existía comunidad judía, sea como fuese o bien por convencimiento o por sobrevivencia la conversión al cristianismo de Teodoro, doctor de la Ley, páter patrum de la sinagoga, defensor civitatis, provocó que se endureciera la actitud de cristianos frente a judíos.

El Imperio romano de Occidente desapareció en el año 476 d. de C. y el episodio comentado fue de todas formas aislado, de hecho con la llegada de los visigodos y la consolidación de su reino sobre los escombros del Imperio, siguió vigente el Derecho romano hasta que Alarico II encargó la compilación del Breviario o conjunto de leyes romanas tardías puestas al día con la incorporación de leyes germánicas. En la etapa en la que los visigodos profesaban el credo arriano, herejía del cristianismo condenada en el Concilio de Nicea (325) y Concilio de Constantinopla (381), los judíos asentados en Hispania gozaban de los derechos de ciudadanía, pero a partir de la conversión de los judíos al catolicismo en tiempos del monarca Recaredo (fin del siglo VI), la tolerancia hacia los hebreos desapareció. En el III Concilio de Toledo (589) se prohibió el matrimonio entre cristianos y judíos, a la vez que se impedía a los hebreos la ocupación de cargos públicos o de jurisdicción personal sobre los cristianos.

Reino visigodo año 569

En general, los judíos en la España visigoda fueron víctimas de disposiciones muy severas adoptadas contra ellos por las autoridades políticas, en el año 616 el monarca Sisebuto decretó que los judíos de su reino debían convertirse al cristianismo o en caso contrario debían irse de aquella tierra, la mitad aproximadamente se convirtieron a la fuerza y el resto marchó a la Galia, su sucesor Suintila modificó aquellas disposiciones pero a la inversa, mostrándose más benigno y tolerante hacia los judíos, esta situación experimento otro giro, con el reinado de Sisenando y con el reinado de Recesvinto el cual declaró que el judaísmo contaminaba el suelo del país, durante el reinado de Wamba sucesor de Recesvinto suavizó la política anti judía, pero esta situación duró poco tiempo, la época más dura fue a finales del siglo VII en el reinado de Ervigio, decretó que debían convertirse de forma forzosa al cristianismo todos los judíos del reino, ante estas duras medidas muchos judíos optaron por la emigración, trasladándose al norte de África, más tarde en el XVII Concilio de Toledo (694) en el reinado de Egica se acusó a los hebreos de conspiración, junto a los judíos que vivían el norte de África, para intentar poner fin a la monarquía visigoda. Así mismo en el citado reinado se ordenó separar a los niños judíos de siete años de sus padres, con la pretensión de que fueran educados en el cristianismo, la dureza de las leyes visigodas salvo periodos de cierta tranquilidad, fue para los judíos un tema que los llevo en unos casos a la conversión al cristianismo a la fuerza y en otros a la emigración. Hay que hacer mención de que cuando los visigodos llegaron a España, la relación entre judíos y cristianos era tolerable e incluso cercana mucho más de la que les hubiera gustado a los dirigentes de ambos colectivos, dos siglos más tarde, los últimos monarcas visigodos habían creado el problema converso el cual era insoluble.

Convivencia entre cristianos y judios


El problema de todas formas con los judíos no fue exclusivo de España, ni la actitud tomada por la Iglesia y el Estado visigodo difiere de la tomada en otras partes, en todos los países (R.Hernandez, p120) encontramos aplicada la violencia en su más alto grado: elección entre bautismo o muerte, entre conversión o destierro y obispos que dificultan la vida a los hebreos, para que el castigo les conduzca a la Iglesia o prometiéndoles ciertas ventajas, en caso de aceptar el bautismo. La Iglesia y el Estado visigodo no lograron su propósito (Teodoro González y García Villoslada, 1978, pp. 670-683) y terminaron empujando a los judíos a dudar sobre la posibilidad de vivir en paz en el seno de la sociedad visigoda.

Los judíos en la España medieval

España medieval musulmana (siglos VIII – X) Al-Ándalus

Durante los siglos VIII al XV las comunidades judías de Sefarad, se encontraron sometidas primero a autoridades musulmanas y más tarde a reyes cristianos, ambas autoridades compartían la misma actitud: los judíos no habían conseguido superar su vieja ley mosaica, lo que era considerado un error, las consecuencias de ello derivaban en diferentes actitudes por parte de los gobernantes en cada época a lo largo de dichos siglos, las Cortes castellanas estaban dispuestas a aceptar la legitimidad del Torah pero su actitud respecto al Talmud y a la Qabbalah variaba. En la práctica de todas formas ambas religiones no permanecieron estáticas de forma que en su crecimiento se influyeron sin advertirlo.

Desde su asentamiento en la Península, los judíos se organizaron en forma de comunidades locales autónomas llamadas aljamas, éstas eran agrupaciones de personas que aun no viviendo en la misma ciudad sino en villas y aldeas circundantes se encontraban bajo una misma jurisdicción. En Castilla desde el siglo XIII existió un órgano representativo semejante a las Cortes formado por procuradores de las distintas aljamas.

Organización de una Aljama

En esta situación que por un lado refleja la organización de las comunidades judías en cuanto a gobierno de la comunidad y por otro la religión, nos encontramos con la decadencia y crisis final de la monarquía visigoda a la muerte de Egica, el cual había promulgado leyes muy duras hacia la comunidad judía, le sucedió en el trono Witiza el cual intentó realizar una política de acuerdos y contención, eliminando los medios de defensa al intentar abortar cualquier deseo de golpe de Estado, esta decisión debilitó en sobremanera la defensa del país, en momentos muy peligrosos dada la amenaza musulmana, cambió así mismo la legislación anti judía, en parte por hacer lo contrario que su antecesor, en parte muy probable porque esperaba contar con los judíos como aliados, eliminó la vigilancia sobre los conversos, permitió el regreso de exiliados y otorgó puestos de relevancia a judíos, esta situación suscitó problemas graves con la comunidad cristiana, dado que los que antes eran proscritos ahora poseían cargos de relevancia, es de pensar que seguramente hubo judíos que carecieron de la prudencia necesaria en el ejercicio del nuevo poder adquirido. A esta situación añadiríamos que la pugna por el poder entre las familias de Chindasvinto y de Wamba ocasionó un debilitamiento del poder y de la organización del mismo en la Península el final del reinado de Witiza en el año 710 dejó una profunda división en la Península.

Por otro lado desde mediados del siglo VII poco después de la muerte del profeta Mahoma, los musulmanes se habían expandido en todas direcciones y constituían un vasto dominio, su imperio se extendía por el este, hasta el imperio sasánida y por el oeste, a lo largo de todo el norte de África había llegado hasta la costa del océano Atlántico en el año 707, se había extendido de forma horizontal, al otro lado del estrecho de Gibraltar se hallaba la España visigoda, con la situación política ya comentada. Se ha sugerido por diversos historiadores, que fueron los judíos los cuales habían sido duramente perseguidos por los últimos reyes visigodos los que animaron a los musulmanes a invadir y conquistar el reino de Hispania, aunque este argumento tiene escasos fundamentos, el gobernador de Ceuta de la época el conde Don Julián se ha dicho que pactó con Musa el gobernador árabe de aquel territorio, tampoco hay pruebas concretas de ello, fuera como fuese, en el año 710 el gobernador Musa envió a un contingente de fuerzas a las ordenes de Tarik quien pasó a la península, ayudado por godos desertores como dicho gobernador de Ceuta, entraron en combate con el monarca visigodo Rodrigo derrotándolo en las cercanías de Guadalete (711) este éxito musulmán a la vez que la muerte de Rodrigo en la batalla, fue el punto de partida de la irrupción de los musulmanes en la península Ibérica a raíz de ello el desplome del reino visigodo fue definitivo.

La Conquista Musulmana de la Penincula Ibérica

Según una fuente islámica, el Ajbar Machmua relata que los judíos colaboraron en la entrega de fortalezas esenciales a los invasores islámicos, Toledo fue la más importante pero no la única, las tropas de Tarik habían conquistado de forma rápida Córdoba y Granada, por su parte el gobernador Musa en el año 712 desembarcó en la península Ibérica acompañado de un fuerte ejercito, conquistando las antiguas ciudades romanas de Sevilla y Mérida, continuando hasta Toledo en donde se encontraron con Tarik, en los dos años siguientes, los musulmanes se desplazaron hacia el norte y entraron en la ciudad romana de Zaragoza, en un tiempo muy corto los musulmanes habían conquistado la mayor parte de la Península.

Lo más llamativo es que los invasores musulmanes apenas encontraron resistencia en su despliegue por las tierras del solar hispano, si hubo sublevaciones, pero escasas en Sevilla o Mérida, el pueblo llano estaba al margen de las luchas entre los nobles visigodos, además los nobles visigodos pactaban con los musulmanes, así se cita el caso de Teodomiro un noble de la región murciana que según un texto conservado se sometió a capitular aceptando el patronato y clientela de Alá con la condición de que no se impuso dominio sobre él ni sobre ninguno de los suyos.

La cuestión es que los judíos no pudieron respirar hasta la invasión musulmana en el año 711, no es de extrañar que los árabes fueran contemplados más como liberadores que como invasores, éstos respetaron y toleraron las prácticas mosaicas y confiaron en la capacidad política de los judíos, probado al encomendarles en ocasiones la defensa de plazas conquistadas a los cristianos, tales como Granada, Sevilla o Toledo, entre los mozárabes se conservó la tradición de que la pérdida de España tuvo una participación directa de los judíos, entre los cronistas cristianos, precursores y fuentes de la historiografía alfonsí, el primero que acusó de colaboracionismo en la invasión a los judíos es Lucas de Tuy en su Chronicon mundi, Alfonso X en su Estoria de España acusa a los judíos de haber acordado con los musulmanes la invasión, muchos otros cronistas e historiadores fueron del mismo parecer.

Los territorios conquistados por los musulmanes recibieron el nombre de Al-Ándalus el origen de esta palabra es confuso pero no se correspondería con la Andalucía actual, según el arabista Joaquín Vallvé para un invasor islámico tan Al-Ándalus era Barcelona como Sevilla o Zaragoza. El establecimiento de un gobierno musulmán en la Península representó un alivio para la situación económico y jurídica de los judíos aunque no representó un estatuto de completa libertad, cesaron las persecuciones y el pueblo de Israel fue reconocido como uno de los portadores del Libro Revelado lo cual convirtió su religión en lícita, llegaron a la Península nuevos contingentes de judíos y los conversos forzosos que habían producido las persecuciones visigodas volvieron a su antigua fe. La situación de tranquilidad duró poco, dado que los judíos se negaron a abrazar el Islam, como antes habían rechazado la fe cristiana, los israelitas no podían aspirar a otra situación que a la que les daba una tolerancia generosa en algunos momentos, esta situación en principio también es aplicable a los cristianos por parte de los musulmanes, según el historiador israelí Benzion Netanyahu los musulmanes fueron para los judíos los salvadores de su intolerable opresión, otro historiador norteamericano E. Ashtor ha señalado en este aspecto que los hebreos encadenaron su destino a la dominación mora y la apoyaron en todas sus áreas vitales.

La legislación musulmana recogió algunas previsiones restrictivas, tales como que los judíos debían de usar trajes que les identificaran, no podían utilizar caballos de monta, las oraciones debían de ser efectuadas siempre en voz baja, nunca sus casas o sinagogas debían superar una determinada altura, todas estas disposiciones reaparecerán en las legislaciones cristianas posteriores. Los judíos recibieron del entorno árabe una gran cultura, procedente de los diversos países que éstos habían conquistado llegando a adoptar la lengua árabe como suya propia, naciendo un nuevo judaísmo de extraordinaria vitalidad. La legislación musulmana reconoció a los judíos libertad de movimientos, de propiedades y de culto en el interior de las sinagogas las cuales poseían un peculio wafq para asegurar su sostenimiento, los judíos tenían representantes propios para pactar y negociar con las autoridades califales, por tanto la posición de los musulmanes en los primeros tiempos de su historia en la Península fue de tolerancia, las aportaciones del pensamiento judío medieval a la cultura son muy importantes. Durante el Califato se les concedió el mismo estatuto que a los cristianos, se les prohibió la construcción de nuevas sinagogas y el ejercicio de cargos públicos, todas estas disposiciones aún siendo una contrariedad eran mínimas si las comparamos con las persecuciones habidas en la época final visigoda. La posterior etapa de los reinos de Taifas contemplará ya algunas persecuciones, como la de Granada del año 1066 en que murieron más de cuatro mil judíos. En un principio al frente del poder musulmán se hallaban los emires a mediados del siglo VIII a raíz de la caída de los omeyas que perdieron el califato árabe a manos de los rebeldes abasíes, uno de sus miembros logró escapar dirigiéndose a las tierras de Al-Ándalus, dicho personaje fue elegido poco tiempo después emir de Al-Ándalus dicho personaje era Abd al Rahman I con el que se iniciaba en Al-Ándalus el periodo calificado como emirato independiente, dado que los emires apenas mantenían contactos con el califato abasí, el cual después de abandonar la ciudad de Damasco se habían trasladado a Bagdad situada mucho más al este.

La etapa del emirato independiente se caracterizó por diversos conflictos internos. A comienzos del siglo IX la denominada Jornada del Foso así como el motín del arrabal cordobés de Secunda, a mediados del siglo IX hubieron fuertes tensiones con algunos sectores mozárabes, campo en el que destacaban figuras representativas como Álvaro, Speraindeo o san Eulogio, antes de finalizar el siglo IX tuvo lugar la rebelión del muladí Umar ibn Hafsun que estableció su sede política en Bobastro en las montañas del norte de Málaga.

En los inicios del siglo X en el año de 929, el emir Abd al Rahman III se proclamó califa y situó su sede en Córdoba, sin duda dicha ciudad en el siglo X era la más poblada de Al-Ándalus y era la más pujante y avanzada, por sus obras artísticas fue calificada por una monja alemana llamada Hroswitha de Gandersheim desde el retiro de su convento germánico, que dicha urbe era el ornamento del mundo equiparándola con Bagdad la sede del imperio abasí o con Constantinopla capital del imperio bizantino. El periodo del Califato ha sido designado como la ¨Edad de Oro¨ del Judaísmo Ibérico.

Corte de Abd al Rahman III
Abd al Rahman III


Los judíos abrazaron con entusiasmo extraordinario la arabización y la más completa asimilación cultural, prosperando en todos los campos, mientras que los cristianos disidentes que se negaban a arabizarse sufrían decapitaciones públicas y opresiones sociales de todo tipo. Esto no quiere decir que todos los judíos fuesen apreciados por los musulmanes, pero si fue el momento de mayor dominio de los judíos sobre los cristianos aunque en un área geográfica muy delimitada.

Abd al Rahman III preocupado por el avance que protagonizaron en aquellos años los fatimíes en el norte de África, logró poner fin a la rebelión de los hijos de Umar ibn Hafsum el cual antes de su muerte había regresado al seno del cristianismo, consiguió al mismo tiempo la pacificación de las marcas fronterizas en particular Zaragoza y aunque fue derrotado en la batalla de Simancas (939) frente a los cristianos dirigidos por el monarca astur-leones Ramiro II puso freno al intento de expansión hacia el sur de los núcleos cristianos. El gran cronista árabe Ibn al-Jatib define su reinado de esta forma:

Pacificó a los rebeldes, edificó palacios, dio ímpetu a la agricultura, inmortalizó antiguas hazañas y monumentos, infringió grandes daños a los infieles, hasta el punto de que no quedó en Al-Ándalus ni un solo enemigo o contendiente. Las gentes le obedecieron en masa y desearon vivir con él en paz.

Abd al Rahman III fue sucedido en el califato por su hijo al-Hakam II entusiasta defensor de las artes y las letras, además mantuvo relaciones muy buenas con los núcleos de la España cristiana, en esta época hubo embajadas procedentes del norte peninsular que se trasladaron a la ciudad de Córdoba, con la finalidad de entrevistarse con el califa, fue entonces cuando se puso en marcha en la ciudad de Córdoba, una impresionante biblioteca formada por cerca de 400.000 volúmenes, en tiempos de Hisham II su sucesor el poder efectivo recayó a una figura nombrada como hachib o primer ministro, dicho personaje llamado Ibn Abi Amir más conocido como Mansur bi-llah o Almanzor éste organizó un régimen autoritario, basado en el poder del ejercito llevando a cabo tremendas razias en el norte peninsular contra los cristianos, entrando en las ciudades de Barcelona y Santiago de Compostela en donde respetó la tumba del apóstol. Desaparecido Almanzor a comienzos del siglo XI, las tierras del Al-Ándalus fueron testigos de una verdadera guerra civil llamada en lengua árabe fitná , el califato omeya de Córdoba duró poco más de un siglo hasta el año de 1031 fragmentándose en un mosaico de reinos de taifas.

Por tanto en el transcurso de los siglos VIII, IX y X el predominio en el suelo hispano fue musulmán, las fuentes indican que de una forma paulatina el pueblo llano terminó por aceptar la religión islamita, hacia el año 850 se supone un doce por ciento de la población romano visigótica había aceptado el islamismo llegando a un veinticinco por ciento en el año 900 y a cerca de la mitad a mediados del siglo X, ello no impedía que en Al-Ándalus hubiesen judíos y cristianos a los que se llamaba mozárabes, unos y otros en este entorno de nueva sociedad política, tenían que abonar al poder fuertes tributos uno de carácter personal la yizya y otro de protección territorial , el jaray a los habitantes de ambas confesiones religiosas se les denominaba así mismo dimmies estos grupos gozaron en principio como hemos comentado protección y cierta tolerancia controlada su condición social de todas formas era inferior a la de los musulmanes.

No sabemos cuántos judíos había en la primera época de dominio musulmán dado que no existen documentos con la contabilización de sus tributos sabemos como testimonio del Ajbar Machmua y de Al Maqqari que el ejercito de Tarik iba reuniendo a todos los judíos en diversas ciudades conquistadas y junto a un pequeño destacamento de musulmanes los dejaba al cuidado y defensa de las ciudades, esta situación ocurrió en Elvira, Córdoba, Toledo y Sevilla, se sabe así mismo que los judíos tenían un arrabal Madinat al-Yahud en las afueras de Toledo en el año 820 y un barrio en la Córdoba del siglo IX. Tanto en tiempos del emir Abd Allah como de los ziries, Lucena era la ciudad de los judíos, siendo capaces de repeler un ataque hafsuní y la autoridad granadina no fue muy efectiva en su recinto. De vez en cuando surgen judíos que alcanzan una cierta notoriedad como el encubridor de Talut en la revuelta del arrabal, el mercader que rescató a Sadún al Surunbaqi en el año 857 así como el que rescató a Yahya ibn al-Tawil señor de Barbastro, apresado por los magiares, el conocimiento del árabe y del romance hizo de los judíos embajadores natos, tal es el caso del médico y secretario Hasday ben Ishaq enviado como mandatario ante Suñer de Barcelona, la vizcondesa de Narbona y Hugo de Provenza en 940, al año siguiente fue el encargado de obtener la liberación de Muhammad al-Tugibi de manos de Ramiro II de León, llegando su poder de influencia al nivel más alto al lograr convencer a Sancho el Craso para que en compañía de su abuela Toda de Navarra fueran a Córdoba a rendir pleitesía a Abd al Rahman III, obtuvo el cargo de director de aduanas de dicho califa. Otro personaje de gran importancia dado el alcance de su influencia fue Abu Joseph ibn Hasdai ibn Shaprut (915-970), padre de la escuela talmúdica española, que llegó a ser secretario y gran visir de Abd al Rahman III y representó al más fastuoso de los califas en importantes delegaciones en Barcelona, León y Navarra. Nacido en Jaén de una familia aristocrática judía, dominaba, además del hebreo, el árabe y el latín y era conocido como un gran médico. Fue esta profesión la que le puso en contacto con la corte califal siendo nombrado médico personal del califa y encargado de la recolección de los impuestos y peajes de los puertos andaluces, en el año de 949 fue acompañado por el obispo de Elvira don Recemundo como parte de la delegación diplomática del califa cordobés al-Hakan II a la corte de Constantinopla. Fue el receptor de los enviados de Otón I presididos por el reformador Juan de Gorze en el año 956, también curó la obesidad de Sancho I de León, preparando la sumisión de este reino y borrando la humillación de la batalla de Simancas. Negoció en 944 un tratado comercial con Constantino VIII de Bizancio y aprovechó este momento para traducir al árabe el tratado médico de Dioscórides desde una versión latina.

En tiempos de Al-Mansur aparece Ibn Gaw como encargado de percibir la capitación de sus correligionarios, de todas formas la importancia fiscal y administrativa durante el emirato y el califato del elemento judío parece ser menor que la de los cristianos, ahora bien, tras la fitna el periodo de las taifas se caracteriza por la desaparición del elemento cristiano, que aparece desplazado por los judíos que copan los altos puestos de la administración y la hacienda, durante esta época los musulmanes tienen visires judíos en Badajoz, Valencia y Zaragoza, en el estado zirí granadino aparecen Abul Rabí como tesorero general de Badis, los Banu al-Qarabi que fueron almojarifes de Guadix, Samuel ibn Negrella y su hijo Yusuf que ostentaron el cargo de validos granadinos, hasta que su mismo nombramiento provocó el pogrom de 1066 por el propósito de Yusuf de crear una taifa judía granadina sobre la cual reinaría.

Cuando el califato se derrumbó por las guerras civiles, fitna, siguió habiendo judíos con poder en los reinos de taifas pero las cosas empezaron a cambiar para ellos desencadenándose en Granada la primera persecución y matanza de judíos, se trató en principio de un estallido aislado pero poco después con la llegada de los integristas almorávides y almohades la persecución fue sistemática lo que provocó su desplazamiento hacia los reinos cristianos del norte. Las invasiones de los almorávides y los almohades en los siglos XI y XII fueron nefastas para los hispanojudíos del territorio musulmán, emigrando a territorios cristianos, fueron bien recibidos por Alfonso VII de Castilla y León desplazándose su actividad en la España cristiana a Toledo, siendo considerados libres como los demás vecinos e intervinieron brillantemente en la llamada Escuela de Traductores de Toledo durante el reinado de Alfonso X en cuya época se edificó la sinagoga de Santa Maria la Blanca.

Sinagoga de Santa María la Blanca (Toledo)

Hubo de todas formas judíos que se quedaron bajo el dominio y territorios musulmanes su situación mejoró con los almorávides, dado que se dieron cuenta de la capacidad de los judíos en el cobro y administración de las rentas públicas, empezando poco después con ocupaciones que se convertirían en tradicionales de este pueblo, como hacendistas, físicos, diplomáticos, con los almorávides llegaron a ser gobernadores y consejeros de monarcas, Granada testigo de la triste fortuna hebrea contempló unos tiempos de plenitud desconocidos hasta el momento en la historia de los judíos en España.

Esta situación en tierras de ocupación musulmana no duró demasiado tiempo, el imperio almorávide caerá con el empuje de las tribus del desierto, los almohades, los cuales eran fundamentalistas y seguidores a ultranza de la Ley de Mahoma los cuales se instalarán en la Península, los efectos de este fanatismo ya se habían dejado sentir en Marruecos, de la mano del Amir Al-Mumenin quien una vez conquistado el territorio, mando llamar a los representantes de los judíos y les propuso o la conversión al islam o la muerte, la persecución de los almohades se prolongo a lo largo de diez años, despojándoles de sus casas y forzándoles a la emigración de esta forma Alfonso VII ofrecía a los perseguidos israelitas un refugio contra las hordas de almohades, por tanto la suerte de los judíos quedó sometida a los cristianos y al arbitrio de sus reyes, Toledo se erigió como centro principal de la actividad y cultura judía, por otra parte los judíos convertidos al islam con la finalidad de proteger sus vidas esperaron su oportunidad para revelarse contra el poder musulmán.

Hemos hablado del desarrollo social y entorno político que se produjo a partir de la invasión árabe de España, así como cuales fueron los antecedentes de dicho periodo histórico, todo ello influyó de forma directa en diferentes aspectos culturales y económicos relacionados entre sí y que marcaron y definieron a la sociedad de la época.

Los judíos establecidos en la Península en el momento de la invasión no habían llevado a cabo ninguna tarea relevante en los aspectos científico o cultural, de que tengamos noticia, después del 711 las condiciones cambiaron de un modo radical dado que la inserción de Al-Ándalus en el sistema de Estados musulmanes, permitía una comunicación relativamente fácil y directa con las escuelas babilónicas de Sura y Pumbedita se sabe que Natronai de Sura (853-874) preparó una compilación de oraciones a petición de Lucena ¨la ciudad de los judíos¨, su sucesor R´Amram (856-874) recopiló para la pequeña ciudad de Barcelona que ya era cristiana un Séder (en hebreo: orden) litúrgico con materiales tomados de los dos Talmud, según parece los judíos hispanos desempeñaron un papel relevante en la difusión babilónica del Talmud.

La relación judaica con Oriente fue muy beneficiosa dado que se tuvo acceso a los autores clásicos y ya los mozárabes del siglo IX comenzaron a denominarlos como ¨hebraica veritas¨. En el siglo X los judíos españoles empezaron a rivalizar con los árabes en trabajos de filosofía, jurisprudencia, gramática, medicina y a sobresalir en sus estudios del Talmud, aquellos que se habían establecido en la zona de Granada cultivaron poco las letras y las ciencias o no tenemos referencias de ello, si existen algunas pocas referencias como la del poeta y médico Mohamed ben Kalaph. En la ciudad de Córdoba la más grande de Europa en el siglo X alojaba a casi medio millón de habitantes cuando a excepción de Constantinopla ninguna ciudad contaba con más de treinta mil habitantes, en ella se desarrolló una evolución única del hebraísmo hispano, Córdoba capital del califato, fue elegida para sede de una importante escuela independiente justo en el momento en que en el mundo árabe se empezó a ensombrecer la fama de la debilitada Bagdad.

De una escuela talmúdica, hasta entonces discreta, se desarrolló una Academia de gran prestigio, Córdoba se convirtió en la Sura de Andalucía, la asistencia de estudiantes fue muy importante procedentes de ciudades de España y del norte de África, en su Plan de Estudios figuraban además del las Ciencias Sagradas (Torah y Talmud) las incipientes ciencias profanas. Mientras que la Europa cristiana se había atascado en una ignorancia de la que habían intentado liberar los primeros carolingios, y en el califato oriental el espíritu abierto de otros tiempos se iba paralizando de forma gradual, en el califato de Al-Ándalus se acercaba un tiempo de florecimiento cultural único. Nombres como Hasday ibn Shaprut, Menahen ibn Sharuk o Dunash ibn Labrat así lo atestiguan. Sobre todo en el periodo del Califato comenzó por tanto la etapa dorada de los judíos españoles que duró más de tres siglos, se instalaron por todas partes y siempre prosperaron, las religiones del islam y la judaica aunque irreconciliables se aliaron contra el símbolo de la Cruz. A la sombra de la media luna los israelitas alcanzaron gran poder y riqueza ya que aunque identificados por los árabes no dudaron en vestir como ellos y abrazar sus costumbres y su lengua para conseguir una ansiada paz.

Los califas cordobeses presenciaron un apogeo sin precedentes de la cultura, complementaria a la suya, es por ello que protegieron a los judíos además las posesiones conquistadas incrementaron su demografía al recibir a los judíos que llegaban de Oriente donde el Califa Cader los había perseguido hasta conseguir su emigración a Córdoba. Lo que los judíos crearon en aquellos siglos fue un regalo para todo Occidente convirtiéndose en los maestros de Europa, la posteridad les debe agradecer que fueran los salvadores de los tesoros culturales de la Antigüedad, promovieron de forma enérgica los múltiples conocimientos clásicos que estuvieron a punto de perderse para siempre. Con sus descubrimientos y experimentos, sus investigaciones y sus atrevidas ideas dieron un impulso sin precedentes al progreso espiritual de la Humanidad en los campos de la Filosofía y las Ciencias Naturales, la filosofía de Aristóteles llegó a Europa procedente del área musulmana estudiado y comentado por filósofos árabes y judíos y sienta las bases de la Escolástica. Las ciencias exactas, la medicina, la astronomía y las matemáticas no hicieron su entrada en Europa hasta que llegaron los escritos y las obras científicas árabes traducidas al latín.

Lucena ciudad de las tres culturas
Sinagoga de Córdoba


En la segunda mitad del siglo X Córdoba y Lucena eran los focos culturales de la cultura hebraica, de esta cultura los judíos se sentían orgullosos, Sefarad se convertía en su segunda patria, no en la primera, pues sus pensamientos siempre seguían puestos en Jerusalén, todavía un siglo más tarde ya expulsado de la Península y viviendo en Egipto Maimonides se calificaba de sefardí. La segunda generación de poetas y gramáticos fue menos brillante que la primera destacando personajes como Isaac ibn Chicatilia, Isaac ibn Levi Mar Saul, Isaac ibn Capron o Isaac ibn Jalfon, pertenecen a maestros tradicionales más conservadores que creadores. Su protector era otro rico judío, Jacob ibn Gan, que murió antes de la caída del Califato, en las guerras civiles de la segundo decenio del siglo XI los judíos se vieron implicados de forma que Muhammad II se sirvió de los comerciantes judíos para garantizar a Ramón Borrell de Barcelona el pago de sus emolumentos, esto señaló a los judíos como enemigos de los berberiscos y sufrieron terribles represalias. En la tradición histórica, aparecen las guerras de los berberiscos como la catástrofe definitiva que dispersó la poderosa aljama, los fugitivos vitalizaron otras juderías, Ibn Jalfon buscó residencia en Granada y desde allí se trasladó a Zaragoza, dando lugar a una escuela muy importante. En relación con la ruina de Córdoba debe situarse la primera gran corriente migratoria hacia territorios cristianos.

Posterior al Califato hubo una evolución cultural con una figura que destaca es la de R. Samuel ha-Levi ben Josef ibn Nagrella ha-Nagid , nacido en Mérida asistía en Córdoba a las enseñanzas talmúdicas de Judah ibn David trasladándose con posterioridad a Málaga, su conocimiento del Talmud y de los idiomas era muy profundo llegó a dominar siete lenguas incluyendo el latín y el berberisco, dada su habilidad como calígrafo y compositor en árabe llamó la atención del visir Ibn al Arifque lo recomendó a su rey Habbus de Granada, rápidamente llegó a visir, jefe del ejercito y en 1207 nagid o príncipe de los judíos, se decía que reunía inteligencia y bondad. Aseguró la sucesión de Badis hijo de Habbus de quien siguió siendo visir, favoreció la inmigración judía hasta el punto que se llegó a nombrar Granada como Garnata al-Yaud es decir Granada de los judíos. Fue poeta, gramático y talmudista se conservan unas 1.742 poesías, su final fue trágico al morir en las revueltas del año 1066 junto a numerosos judíos, a los supervivientes se les negó residir en Granada y fueron acogidos en Sevilla. El rey Al-Muttamid otorgó al astrónomo y matemático Isaac ibn Albalía el cargo de Rabino Mayor de los judíos de su extenso reino, restaurando la escuela de Granada, en ella destacaron Isaac ibn Judah ibn Moschia y Josef ibn Misgaj, médicos y astrónomos.

Después de la persecución llegó a Zaragoza el más eminente de los maestros de Lucena Jonah ibn Yanah (985-1050) a quien los musulmanes llamaron Abu´l Walid Marwan ibn Yanah, con él llegó la gramática hebrea a su mayor grado de madurez, coincidió con Samuel ha-Cohen ibn Chicatilia. Los trabajos de la escuela de Zaragoza permiten a la poesía religiosa alcanzar expresión mística en la segunda mitad del siglo XI. La poesía hebraica en árabe fue pues un vehículo para la expresión del saber teológico y que influyó en los pensadores cristianos posteriores, de forma que se concede una importancia fundamental a la figura de Salomón ibn Gabirol que los árabes llamaron Sebirul y los latinos Cebrol o Cebrón de esta última apelación surgió el nombre de Avicebrón conocido así por los escolásticos. Ibn Gabirol fue por encima de todo un gran poeta en sus versos utilizó conocimientos filosóficos, astronómicos y cosmológicos así como influencias qabbalísticas su máxima obra poética es el Kéter Malkbut (Corona real) compuesta por cuatrocientos versos siendo un canto a Dios y a la Creación.

Bahya ibn Joseph ibn Paquda se encuentra separado de Ibn Gabirol por el espacio de una generación, coincide con la invasión de los almorávides y el comienzo de la intolerancia musulmana hacia los judíos, fue un estudioso de la religión de profunda fe, Dayyan (juez) de la comunidad de Zaragoza, se benefició del ambiente tolerante y alto nivel intelectual que los Banu Hud lograron crear en esta ciudad, su obra principal es el Hobot ha-Lebabot (Deberes de los corazones) escrita en árabe y traducida al hebreo, es un tratado de mística popular judía, para Ibn Paquda, el peligro a que debe hacer frente un alma piadosa consiste en la rutina y el anquilosamiento, hay múltiples similitudes con el cristianismo. Médico, poeta y filósofo Yeudah Ha-Levi nacido en Tudela de Navarra cuando esta ciudad se encontraba en poder musulmán, es una personalidad muy interesante a caballo entre los siglos X y XI (Suarez, L 1980 p.58) es posible que fuese el inventor del cuento de los tres anillos que él difundió mediante el cual se pretendía reforzar la confianza de los judíos en su verdad, sin hacer concesiones al Cristianismo y al Islam, responde de todas formas a la tolerancia que Alfonso VI trataba de implantar en sus territorios, es el primer poeta a quien se encuentran versos castellanos, cabe destacar sus obras Himno a la Creación,Kuzari (Prueba y fundamento de la religión menospreciada), Menéndez y Pelayo otorgó a esta obra una influencia muy importante como fuente para la literatura castellana posterior, Siónidas y Elegía por Sión, se dice que fue asesinado por un jinete árabe cuando recitaba sus versos en la muralla de Jerusalén siendo ésta la capital del reino que fundaran los cruzados.

Maimonides

La figura de Maimonides (1135-1165) en el judaísmo puede considerarse paralela a la de Santo Tomás de Aquino en el cristianismo no solo por la profundidad de sus escritos sino por haber utilizado ambos el método aristotélico, nacido en Córdoba acabó instalándose en Egipto después de visitar Jerusalén, fue médico, teólogo, mercader, su amplitud de conocimientos queda reflejada en su abundante y compleja obra. Su doctrina se resume en su obra fundamental y más conocida la Guía de los perplejos que constituye una de las aportaciones más decisivas para el conocimiento científico moderno. Sus ideas no gozaron de una comprensión inmediata y constituyeron fuente de contradicción entre los judíos y una creciente hostilidad por parte de los cristianos.

Como decíamos toda esta cultura en los periodos de relativa tranquilidad, se desarrolló en un ámbito de riqueza económica y en el transcurso de los siglos VIII al X las tierras de al-Ándalus dieron muestras de una notable expansión económica, en el ámbito de las actividades agrarias los musulmanes aportaron nuevos cultivos e impulsaron de forma relevante los regadíos mediante el aprovechamiento del agua de los ríos así como los pozos y la introducción de la noria. Los cultivos más preponderantes eran los agrios, el arroz, la caña de azúcar, la palmera, la berenjena, el azafrán y el algodón. También tenían gran importancia los árboles frutales, así como las plantas aromáticas y medicinales, se daba así mismo importancia al pino, el algarrobo, la encina y la morera, había en aquella época gran cantidad de huertas y vergeles al tiempo que proseguía la agricultura heredada de la época romana basad en el trigo, la vid y el olivo, el trigo se cultivaba fundamentalmente en tierras andaluzas, valencianas, extremeñas y lusitanas, la vid sobresalía en la zona de Andalucía y también en Valencia y zona sur de la meseta, el olivo en las zonas andaluzas. La caña de azúcar se localizaba en las zonas costeras de Andalucía y el algodón en la zona de Sevilla. Desde otro aspecto hay que comentar el cultivo del esparto y el azafrán en determinadas zonas de Andalucía y en las proximidades de Toledo.

Las excelentes condiciones climáticas existentes en buena parte de la España musulmana ayudaban a la producción agraria de forma muy directa, la actividad ganadera llegó a alcanzar un buen nivel de desarrollo, como animales más destacados mencionaremos al caballo, el buey, el asno o la mula, el caballo andalusí acabó logrando un excepcional prestigio, las ganaderías ovina y caprina de las que se obtenía leche y lana alcanzaron un desarrollo importante así como conejos y aves de corral, por el contrario el cerdo al que el islam consideraba un animal impuro experimentó un notable retroceso. También se desarrollaron la caza y la pesca ya fuese realizada con red o con almadrabas, la caza era efectuada con armas o con determinados animales, la cetrería era autorizada por la ley islámica.

En al-Ándalus la actividad artesanal logró un espectacular auge, todo parece indicar que la artesanía que tuvo mayor empuje fue la relacionada con la producción textil utilizando como materias primas la lana y la seda aunque en menor proporción también se utilizó el lino, el árabe Ibn Hawqal alude en su libro Configuración del mundo a las numerosas actividades textiles que contempló en su paso por España, habla de los tejidos de lana, seda y lino pero referencia a las exportaciones que desde al-Ándalus se realizaban a los más variados países musulmanes habla de las exportaciones de lino a Egipto, los mantos confeccionados en Pechina localidad cercana a Almería y que eran enviados a Yemen, Egipto y a La Meca, sin olvidar la importancia del tiraz de Córdoba, nombre genérico dado a las manufacturas textiles de monopolio regio inauguradas en tiempos de Abd al-Rahman II.

Cabe mencionar la importancia que tuvo en al-Ándalus la fabricación de cerámica así como el vidrio, armas o papel cuya técnica de producción procedía de China. Por lo que refiere a la cría del gusano de seda, alcanzó niveles muy importantes, el comercio en general tuvo un papel preponderante en el desarrollo económico de al-Ándalus, el historiador francés Maxime Rodinson en su libro Islam y capitalismo refleja que tanto el Corán como la tradición consideran favorable la actividad económica, la búsqueda de ganancia, el comercio y por tanto la producción para el mercado. La actividad mercantil era acompañada de la acuñación de moneda, había la moneda de oro o dinar acuñada en la época de Abd al-Rahman III existía también una moneda de plata denominada dírhem, un dinar de oro equivalía a diez o doce dírhems de plata.

Dinar de oro y un Dirhem de plata