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Diferencia entre revisiones de «Viaje a Rumanía»

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De vuelta a Brasov, cena ligera para unos, seguido de cata del licor de Malta para otros y finalmente descanso nocturno para todos. Al día siguiente nos esperaban otras maravillas por descubrir.
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Por la mañana del día 21 notamos un descenso de la temperatura, que el sol brillante transformaría en mucho calor durante el día.
  
De vuelta a Brasov, cena ligera para unos seguido de cata del licor de Malta para otros y finalmente descanso nocturno para todos. Al día siguiente nos esperaban otras maravillas por descubrir.  
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Visitamos  la impresionante Iglesia negra (Bâserica Neagră) de estilo gótico construcción iniciada a finales del siglo 13 y reconstruida después del incendio de 1689. En las puertas se ven arcos góticos poli lobulados de influencia otomana. Como casi todas las iglesias en Transilvania, está llena de alfombras expuestas que son donaciones de los comerciantes. La existencia de palcos sobre las naves laterales enfatiza la concepción de la iglesia como lugar para el drama y las representaciones propio de la zona y que sólo existe en ciertos lugares en España, (v. g. La Asunción del Misteri d’Elx).
Sí notamos aquí un descenso de la temperatura, que el sol brillante transformaría en mucho calor durante el día.
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Desde la plaza principal de Brasov se ven las enormes montañas que rodean la ciudad. La época para visitar esta ciudad es entre mayo y septiembre, pues los inviernos son muy crudos, pero es una época buena para los amantes de los deportes de nieve. Esta plaza bellísima, arreglada recientemente, tiene un edificio central que se llama la casa del conejo (Casa Sfatului). Hoy es el Museo Provincial de Historia. En esta plaza se encuentra la catedral ortodoxa del siglo 19. Hay que recordar que el primer libro en rumano se publicó en Brasov.
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Desde la zona de la universidad y de tres colegios cercanos, se puede llegar siguiendo una senda extramuros a la torre de Santa Catalina, situada entre árboles sobre un farallón rocoso.
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Nos ha parecido que esta zona y ciudad tiene más posibilidades turísticas que otras partes del país y que quizá esto explique un nivel de vida más alto.

Revisión del 10:45 29 sep 2009


Finalmente había llegado el día de la salida hacia Rumanía. La furgoneta nos recogió en la madrugada del día 15 de septiembre a José Luis, Mari Carmen, Monique, Santiago, Consuelo, Pili y Roger. Listos para el largo camino y muy buen humor que no decayó ni solo día. El vuelo hacia este país que solo conocíamos a través de fotos, vídeos, fue tranquilo y sin incidentes destacados. Aterrizamos a la hora prevista en Bucarest. Recogimos el vehículo alquilado a través de internet. Si algunas veces nos pareció largo el trámite en España, allí se alargó mucho más, simplemente la percepción del tiempo puede cambiar de un lugar a otro… Ya de camino hacia la capital rumana, nos encontramos con un tráfico intenso pero que la pericia y paciencia de Roger, hicieron que fuera soportable. El recorrido hacia el hotel, situado en el centro, nos descubrió una ciudad con multitud de obras callejeras. Sí, ya sé que pensáis que también lo mismo ocurre en vuestra ciudad, pero aquí supone una “efervescencia” de personal con paso “tranquilo” y durante las 24 h del día. Sanear, reparar o reconstruir calles y edificios por toda la ciudad (y como hemos podido constatar luego, por todos los lugares en los que pasamos, carreteras, pueblos y ciudades) es y va a ser un trabajo de larga duración.

Bucarest

Se estaba preparando la ciudad para una gran fiesta de fin de semana en conmemoración al 550 centenario de su fundación.

Fundada en 1459, era entonces la capital de la Valaquia. Cuentan que el nombre de la ciudad proviene de Bucur, un pastor que se estableció en este lugar. Bucur significa alegría en rumano, de ahí que numerosos escritores nativos nombran a Bucarest la “Ciudad de la alegría”.

El antiguo centro financiero-comercial se halla en obras. Están arreglando las calles y reconstruyendo edificios. Es un barrio bonito y cuando se completen las obras atraerá muchos visitantes. A pesar de sus calles levantadas, de sus viejos edificios en ruinas, es una ciudad agradable con anchas avenidas, villas de abolengo, edificios espléndidos, grandes plazas, parques frondosos y lagos. Está cruzada por el río Dâmboviţa con sus 40 puentes que según nos contaron, representan todas las regiones del país.


Nuestro alojamiento

El hotel Tania de pequeñas dimensiones, pero enteramente reformado, resultó agradable, el único problema: carece de ascensor como muchos hoteles de los que encontramos de precio asequible, de momento suelen tener “botones” que suben y bajan los equipajes, los salarios bajos permiten tener bastante personal. La atención fue de gran amabilidad y buena disposición para hacernos sentir a gusto.

Paseando por la ciudad

Más tarde en una de las calles adyacentes dónde bares, restaurantes y cafés tenían puestas mesas en medio de las calles peatonales, tomamos una “comida-merienda-cena”, intentando pedir junto con los clásicos espagueti y ensaladas, algún plato de nombre misterioso para la sorpresa. La comida nos pareció buena, abundante y económica y eso se repitió a lo largo de nuestra estancia. A pesar del inicio de cansancio, decidimos luego pasear y acercarnos entre otros lugares al Parlamento "Palatul Parlamentului" muy iluminado contrastando con las calles más bien oscuras. Este edificio faraónico de marmol de la región de Ruşchiţa (45 000 m² en superficie y 400.000m² habitables) y de estilo neoclásico se edificó sobre la colina "Dealul Spirii" derribando, para ello, viviendas, escuelas e iglesias antiguas. Se encargó el proyecto a un equipo de 33 arquitectos. La más destacada fue una mujer de 27 años. A todo mandatario dictatorial en este caso Ceauşescu, le gusta dejar su sello en la piedra…

Se estaba preparando la ciudad para una gran fiesta de fin de semana en conmemoración al 550 centenario de su fundación, y frente al Parlamento, una multitud de casetas ocupaban la plaza de la Unión "Piaţa Unirii", ofreciendo comida, suvenirs, productos artesanales y un dulce delicioso que se repetía en todos los lugares que visitamos, el Kozonac [1], aunque su nombre suele cambiar en otros lugares así como su elaboración. Aquí tenía una forma muy peculiar, una especie de sabroso gofre con la forma de un enorme barquillo enrollado. Y siempre grandes colas de gente para comprarlos recién hechos.

Al día siguiente visitamos la ciudad, primero dando un paseo alrededor del hotel, y pudimos comprobar la gran religiosidad de la gente frente a las numerosas iglesias de rito ortodoxo (más del 80 % de la población es de religión Cristiana Ortodoxa). Desde la caída del comunismo la Iglesia Ortodoxa ha vuelto con más fuerza y se han construido muchas iglesias por todo el país. A pesar del principio laico de la Constitución, el estado paga un pequeño salario a los religiosos, que a su vez piden buenas retribuciones a sus fieles por los servicios prestados en bodas, bautizos, entierros.

Las flores están siempre presentes tanto en los jardines como en los ramos que compran los transeúntes.

Acudió una guía, mayor y con una flor en el pelo, muy simpática aunque sus conocimientos fueran bastante limitados. Según nos contó estaba jubilada pero su pensión más bien escasa como ocurre en la mayoría de gente mayor (alrededor de 300 €), necesitaba de una pequeña ayuda que le proporcionaba este empleo.

La falta de tiempo no nos permitió visitar muchos de los parques extraordinarios de esta ciudad. Visitamos el de Carlos I o de la libertad, de 1906 y el de Cismigiu de 1860. Al norte está el parque Herastrau. Al final del recorrido ya sin guía, vimos el Museo Nacional de Poblados Rumanos Dimitri Gusti , inmenso parque etnológico.

Parque Dimitri Gusti

Contiene, al aire libre, arquitectura popular de toda Rumania, comprada por el estado y erigida en este museo desde el año 1936. Incluye fotografías de los dueños con su ropa tradicional y una buena explicación didáctica en rumano e inglés (algunas en francés). Muchas de las cuidadoras venden puntillas que suelen hacer mientras vigilan las casas o artesanía popular.

Hicimos el recorrido con la furgoneta, pero Bucarest tiene transporte de tranvía, autobús, trolebús, taxis y metro, muy utilizado en los meses fríos de invierno (de Diciembre a Marzo).

A fecha de hoy (Septiembre 2009) aún no gastan el euro, usan el ron o antiguo leu/lei. Es conveniente y más seguro cambiar dinero en los bancos.

Del idioma

Entendernos no fue un gran problema, ya que nuestro grupo podía manejarse en varios idiomas y sobre todo Santiago, insigne poliglota, que después de un invierno de estudio del rumano, hablaba con una soltura increíble con los nativos. Pequeña sorpresa (o no) algunos rumanos nos paraban, hablando español y contándonos su estancia o los lazos que habían establecido en España, principalmente en nuestra comunidad valenciana.

El rumano de sintaxis latina, y un 75% de léxico originario del latín, tiene además vocabulario eslavo. Los rumanos entienden fácilmente italiano y francés. Unos dos millones de sus ciudadanos tienen otra lengua materna, como el húngaro, alemán, ruso turco, griego, armenio…

En la actualidad los jóvenes aprenden inglés en los colegios.

Călăraşi

Este mismo día 16 de septiembre, ya tarde para evitar atascos, emprendimos la ruta hacia Călăraşi, destino principal de nuestro viaje. En esa pequeña ciudad cercana al Mar Negro, nos esperaban los demás componentes del proyecto europeo @ctive ICT [2]. Como es ya habitual, el reencuentro con los participantes de otros países como Italia, Finlandia, Alemania, Polonia, Letonia, Portugal, y nuestros anfitriones rumanos, fue efusivo.

Nos alojamos en el hotel Calarasi, con vistas al río y las praderas.

En Calarasi tuvimos la primera sesión en la escuela dónde imparten las las clases para mayores, un bonito edificio que había sido la residencia de un notable. Las sesiones siguientes se hicieron en el palacio de congresos, en un emplazamiento precioso frente al Danubio y con Bulgaria a la otra parte del río. Durante el descanso, pudimos ver pasar las grandes barcazas de transporte.

Durante los tres días de reuniones, cada participante aportó ideas sobre las posibles formas de enseñar nuevas tecnologías a las personas mayores y poder así alcanzar conocimientos más extensos entre los paises de la unión europea. Tuvimos la ocasión de probar platos típicos de este país en las comidas compartidas del grupo, perfectamente organizadas por nuestros anfitriones rumanos.

En vista de la proximidad de Bulgaria, franqueamos (el grupo español y Massimo de Italia) el Danubio, frontera natural entre los dos países, en un transbordador. Una vez en la otra orilla, fuimos andando hasta la ciudad de Silistra [3]. Nos llamó la atención los escritos en cirílico.

Al final del primer día de estancia, hicimos una visita guiada al museo etnológico y al museo arqueológico de la ciudad.

Por las rutas de Rumanía

El sábado 19 por la mañana, nos despedimos de todos los componentes del encuentro, con la esperanza de volvernos a ver muy pronto.

El sol como todos estos días nos acompañaba y si las mañanas y las noches ya eran más bien frescas, durante el día persistía el calor del verano. Desde la llanura del entorno de Calarasi, nos dirigimos como previsto hacia Brasov, divisando ya, los montes Cárpatos [4]

Al llegar en el valle de Prahova el sol dejó sitio a las nubes y el calor dio paso al frío otoñal, pero los majestuosos pinos, abetos, abedules, y los tupidos helechos nos impresionaron por su belleza. De pronto apareció la ciudad de Sinaia la “perla de los Cárpatos”. Un breve reconocimiento por la calle principal abarrotada de turistas y nos paramos a comer. Aquí probamos, por primera vez, la carne de oso ofertada en la carta. Al finalizar, nos dirigimos al Monasterio de rito ortodoxo, que dio su nombre a la ciudad que lo rodea, en memoria del Monte bíblico Sinaí. Este Monasterio de estilo Bizantino fue fundado por el príncipe Mihai Cantacuzino en el siglo XVII.

Sinai monte.jpg

Después de una búsqueda intensiva ya que no vimos carteles anunciadores, nos acercamos al Castillo de PelesCastelul Pelişor”, antigua residencia de verano construida a finales del siglo XIX, por orden de Carol I de Hohenzollern-Sigmaringen, Rey de Rumanía. Los horarios oficiales de visitas suelen terminar a las cinco de la tarde, y no pudimos ver el palacio en su interior, pero nos dejaron entrar y ver el parque que lo rodea.

Llegamos ya de noche a Brasov. La ciudad estaba iluminada. Había mucha gente moviéndose por las calles. Era la Fiesta de la cerveza. Después de hospedarnos en el hotel Gott - completamente reformado pero una vez más sin ascensor – fuimos a cenar a un buen restaurante que nos recomendaron. Un pequeño paseo de vuelta al hotel, y a descansar para poder seguir al día siguiente.

El domingo día 20 amaneció soleado, dejándonos ver una ciudad luminosa y muy agradable, pero nuestro propósito era ver más lugares como Prejmer, Bran, Sighisoara, lugares cercanos.


Prejmer

Iglesia de Prejmer

Este pueblecito, cuya iglesia fortificada resulta ser un fortín amurallado de los más imponentes de Transilvania, es patrimonio de la UNESCO. Su iglesia de estilo gótico tardío (siglo XIII) fundada por los caballeros teutones para defenderse de los otomanos, fue rodeada, en el siglo XV de una pared defensiva de 12 metros de altura. La planta del templo es de cruz griega con dos brazos. Posee un magnífico retablo florentino en el altar mayor. La muralla protectora contiene casi 300 viviendas para los defensores, en hileras de tres y hasta cuatro pisos de altura. El acceso al centro está muy defendido.

En la iglesia nos encontramos a un pastor evangelista y unas feligresas que hablaban alemán. En la tienda-museo otra señora nos explicó en inglés que eran una de las muchas comunidades sajonas del norte de Rumanía y que hablaban sajón, un alemán arcaico, como los de Bruselas, además del alemán moderno.

Iglesia fortificada de Prejmer

Por todo el norte y la Transilvania hemos detectado grupos de alemanes, así como de húngaros o magiares. Vimos una iglesia católica en Brasov que ofrece cultos en rumano, húngaro y latín a diferentes horas.

Bran

Castillo de Bran

El siguiente lugar de visita fue Bran dónde se encuentra un castillo que se atribuye de forma errónea a Vlad Drácula [5]. El atractivo de este lugar reside en el personaje de “Drácula” de la novela de Stoker y las películas de terror que siguieron. Aprovechando el interés despertado, resulta ser un una fuente turística nada despreciable.

Sighişoara

Sighişoara Vista panorámica desde la ciudadela

Ya por la tarde nos dirigimos hacia Sighişoara, cuya hermosa ciudadela medieval, en los Cárpatos transilvanos y patrimonio de la UNESCO, domina el valle y el el río Târnava mare. Ya en la Edad media la ciudad se extendió en las orillas del río.

Esta ciudad posee un larga historia desde la colonia Dacia de los Sondava III siglo a. J.C. seguido por una base de legiones romanas desde el siglo II.

En el siglo XII artesanos y comerciantes de origen Sajón se instalan para defender y poblar la región en las fortificaciones ya existentes edificadas por los Székely (magyares).

Después de las invasiones mongoles hacia 1240 las fortificaciones y puertas defensivas, rodean la ciudadela. Llega a ser residencia real en 1337 y es nombrada ciudad en 1367 con el nombre de Civitas Segusvar.

El príncipe de Valaquia Vlad II Dracul (Vlad II el Dragón) se establece en la ciudad desde 1421 hasta 1436 y aquí es dónde nace su hijo que reinará bajo el nombre de Vlad III el “Empalador”, y que servirá de personaje para el escritor Bram Stoker bajo el nombre de El conde Drácula.

Llega a ser una ciudad de las más importantes de Transilvania debido a su situación estratégica y comercial. En los siglos VI y XII, posee unos 15 gremios y unas 20 asociaciones de artesanos. Los siglos XVII y XVIII le traen bastantes infortunios: incendios, peste, inundaciones y seísmos La ciudad quedara aislada del desarrollo económico en el siglo XIX, por eso su centro histórico ha conservado su estilo medieval.

Llegamos por la puerta principal de entrada de la muralla, y pudimos ver en frente la Torre del Reloj “Turnul cu Ceas”, del siglo XIII y XIV que fue torre defensiva de 64 m de altura y sede del Consejo Municipal hasta mediados del siglo XV. Transformada en Museo de Historia en 1899. Paseamos por la ciudad que de momento tiene el pavimento levantado, pero con unas callejuelas y plazoletas medievales, llenas de encanto. Allí encontramos a un joven artesano que hace cucharas artísticas de madera que nos gustaron mucho, se le puede ver en la página web: www.thespoonman.ro

Sobre la colina que domina la ciudadela, se encuentra la iglesia de San Nicolás de estilo gótico (1459-1495) con frescos góticos y varios retablos del Renacimiento. Hay interesante cementerio sajón bastante extenso. Hay un instituto de enseñanza rumano-alemán. Para que los alumnos pudieran ir a clase, sobre todo en invierno, construyeron en 1642 una escalera cubierta con techo de madera con una portada neoclásica.


Brasov

De vuelta a Brasov, cena ligera para unos, seguido de cata del licor de Malta para otros y finalmente descanso nocturno para todos. Al día siguiente nos esperaban otras maravillas por descubrir. Por la mañana del día 21 notamos un descenso de la temperatura, que el sol brillante transformaría en mucho calor durante el día.

Visitamos la impresionante Iglesia negra (Bâserica Neagră) de estilo gótico construcción iniciada a finales del siglo 13 y reconstruida después del incendio de 1689. En las puertas se ven arcos góticos poli lobulados de influencia otomana. Como casi todas las iglesias en Transilvania, está llena de alfombras expuestas que son donaciones de los comerciantes. La existencia de palcos sobre las naves laterales enfatiza la concepción de la iglesia como lugar para el drama y las representaciones propio de la zona y que sólo existe en ciertos lugares en España, (v. g. La Asunción del Misteri d’Elx).

Desde la plaza principal de Brasov se ven las enormes montañas que rodean la ciudad. La época para visitar esta ciudad es entre mayo y septiembre, pues los inviernos son muy crudos, pero es una época buena para los amantes de los deportes de nieve. Esta plaza bellísima, arreglada recientemente, tiene un edificio central que se llama la casa del conejo (Casa Sfatului). Hoy es el Museo Provincial de Historia. En esta plaza se encuentra la catedral ortodoxa del siglo 19. Hay que recordar que el primer libro en rumano se publicó en Brasov. Desde la zona de la universidad y de tres colegios cercanos, se puede llegar siguiendo una senda extramuros a la torre de Santa Catalina, situada entre árboles sobre un farallón rocoso.

Nos ha parecido que esta zona y ciudad tiene más posibilidades turísticas que otras partes del país y que quizá esto explique un nivel de vida más alto.