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LA CARTUJA DE VALLDECRIST. PRIMERA PARTE: Historia y personajes relevantes.

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Introducción

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La Cartuja



De entre todos los monasterios, los de la Orden religiosa de los Cartujos son los únicos que tienen nombre propio: Cartuja. El nombre proviene de Chartreuse (del latín Cartusia), que es el nombre de un valle en los Alpes franceses, al norte de la ciudad de Grenoble, donde San Bruno, monje alemán, fundó, en el año 1084, la Orden Cartuja que unía la vida ermitaña y la cenobítica.


Según la regla de la Orden los monjes en principio debían ser 12, y más adelante 24. Vivían en celdas individuales con un pequeño huerto cada una, que se disponían alrededor del claustro, llevando una vida de contemplación y retiro, pero para poder comunicarse con el resto del mundo se ayudaban de los legos ( miembros de una orden religiosa que se ocupan de labores manuales y de los asuntos seculares de un monasterio con el fin de permitir la plena vida contemplativa de los monjes) que convivían con ellos en estancias aparte y que tenían acceso a la vida exterior. La arquitectura de una Cartuja define perfectamente los ámbitos a los que tenían acceso cada uno de ellos, estando, incluso, dividida la iglesia en dos tramos, el de los monjes o padres y el de los hermanos y novicios. En algunos casos existe un tercer tramo para visitantes junto a la entrada.


Aunque en un principio la severidad de las reglas obligaba a la austeridad más absoluta en los monasterios, al llegar los siglos XIV y XV los reyes y la nobleza deciden dotarlos de grandes obras de arte. No se concibe en esa época que los edificios donde habitan gentes tan santas sean austeros y pobres. Aún así las celdas de los cartujos se mantuvieron siempre sobrias y pobres sin que la suntuosidad de la iglesia o del resto del monasterio (si la había) las contaminase en ningún sentido.

Breve historia de la Cartuja de Valldecrist



La Cartuja de Vall de Cristo, situada en el término municipal de Altura, fué la quinta de las casas de cartujos de la Orden de San Bruno en la península ibérica, y la segunda de las valencianas. Estuvo considerada como una de las más ricas.

Se funda a finales del siglo XIV por expreso deseo del Infante Don Martín en tierras pertenecientes al municipio de Altura, en la partida de Cánoves (o Cánava), en la provincia de Castellón, comarca del Alto Palancia.

La historia de este monasterio comienza durante el reinado de Pedro el Ceremonioso (Pedro IV de Aragón, II de Valencia y de Ampurias, I de Mallorca y Cerdeña y III de Barcelona. También llamado Peret el del Punyalet en el Reino de Valencia), cuando su hijo, el Infante Martín, adquiere unas masías y tierras para fundar una modesta cartuja. En poco más de una década disponía de las edificaciones necesarias para llevar adelante la solitaria vida que caracteriza a los monjes blancos de San Bruno: la iglesia de San Martín con su subterráneo, un pequeño claustro con seis celdas para los cartujos, a las cuales se añadieron dos celdas especiales para el infante y su mujer, María de Luna, y unas pocas dependencias a su alrededor.

El Papa Clemente VII había concedido el permiso para fundarla en abril de 1383, tomando posesión los primeros monjes en junio de 1385. Dichos monjes provenían de la cartuja de tarraconense de Scala Dei, siendo el prior Bernat Cafábrega. amigo de la infancia de D. Martín.

En 1399, Don Martín es coronado rey de Aragón, tras la muerte de su hermano D.Juan, y se ocupa de transformar la modesta cartuja primigenia en un gran complejo monástico, digno de un verdadero monarca, comenzando a construirse en 1405 la iglesia Mayor o de Nuestra Señora de los Ángeles. La Cartuja se transforma por el favor real en un importante núcleo de poder ecomómico, cultural, religioso y político cuya relevancia queda patente en siglos sucesivos y hasta su exclaustración definitiva en julio de 1835.


En el mundo de las artes, Vall de Cristo acogió lo más selecto en la producción plástica del momento e impulsó obras arquitectónicas tan singulares como su Iglesia Mayor,y su claustro gótico, cuyas dimensiones y armonia lo convertían en obra única.

En el ámbito politico,social y religioso la influencia de Vall de Cristo se plasmó en su destacado papel para la resolución del Compromiso de Caspe y el cisma de Occidente, cuando se estableció aqui el Capítulo General de la Orden y, posteriormente, la Casa Capitular y Sede del Definitorio de la independiente Congregación Nacional de Cartujas de España.

La Cartuja de Vall de Cristo fué declarada Monumento Histórico Artistico por Resolución del 10 de febrero de 1984 del Consell de la Generalitat Valenciana, tras lo cual se comenzó la recuperación de la Iglesia de San Martin, se realizaron estudios sobre la misma, excavaciones arqueológicas entre 1986 y 1987, se aprobaron varias escuelas taller que consolidaron y recuperaron parcialmente los restos del cenobio a partir de 1989, y la Generalitat Valenciana compró en 1990 buena parte del recinto. En la actualidad se considera a Vall de Cristo como preciado patrimonio cultural del pueblo valenciano.


Personajes relevantes



Fray Joaquín Vivas, que profesó en la cartuja de Valldecrist el 1 de Enero de 1755, escribió en su Fundación de la Real Cartuja de Val de Cristo por los magníficos y piadosísimos Reyes D. Pedro IV, sus hijos, D. Juan II, D. Marín, Doña María de Luna y D. Martí de Sicília, hijo de éstos: ...dichosamente se puede blasonar de tener 5 reyes, sus fundadores, a saber: Don Pedro IV de Aragón, su hijo Don Juan de Aragón, Don Martín de Aragón, Doña María de Luna y Don Martín, hijo de éstos, rey de Sicilia".

De todos estos reyes es Martín I de Aragón, llamado "el Humano" su verdadero fundador.

Martín I, el Humano


Martín el Humano, pintura de la galería de los Reyes de Aragón

Don Martín nació en 1356, segundo hijo de Pedro IV de Aragón y Leonor de Sicilia, según unos autores en Gerona y según otros en Perpiñán.

Su niñez se desarrolla paralelamente a la de D. Bernardo Cafábrega, de noble abolengo que servía al Rey D. Pedro como paje, personaje en quien Don Martín confiará toda su vida y que ejerce una gran influencia sobre él. D. Bernardo Cafábrega se retiró al monasterio de Scala-Dei en Tarragona, tomando en él el habito de cartujo. Este hecho se produjo cuando D. Martín tenía la edad de 14 años y si bien desde su infancia tenía devoción a la religión de la cartuja, a partir de aquí el afecto que profesaba a esta religión creció apoyado por las visitas que realizaba a su íntimo amigo.

Pedro IV concertó el matrimonio de su hijo D. Martín con Doña María de Luna, hija del Conde de Luna, que en aquel tiempo era considerado como el mayor de los ricos hombres, tanto por linaje como por poder y estado.

De este matrimonio nacieron cuatro hijos,Jaime, Juan, Margarita y Martín, pero sólo el último sobrevivió hasta edad adulta.

Durante muchos años el infante Martín fue madurando la idea de edificar una cartuja en sus dominios, y a principios de 1383 tuvo en un sueño una visión del Juicio Final, y tomándola como un aviso del cielo resolvió fundar inmediatamente la Cartuja. La elección del lugar se llevó a cabo en 1385.

Como D. Martín era el hijo segundo de Don Pedro, no estaba destinado en principio a ser rey, por lo que pidió ayuda a su padre para la fundación a cambio de la honra de ser "principio y fundador de ella".

Cuando en 1386 murió D. Pedro, le sucedió su primogénito D. Juan que confirmó las donaciones hechas por su padre para la fundación de la cartuja y la favoreció con otras donaciones.

Al ser elegido Don Martín heredero del trono tras la muerte de su hermano Juan sin sucesión en 1395, las obras dieron un giro radical, comenzando lo que posteriormente se ha llamado "Obra Mayor".

Su hijo Martín el Joven se casó con la reina María de Sicilia, en 1390, en un intento de reincorporar Sicilia a los dominios aragoneses. No obstante hubo de dirigir una expedición militar para asegurar el control sobre la isla que, si bien consiguió los resultados deseados, dio pie a una revuelta nobiliaria que no acabó hasta 1398.

Cuando heredó el trono catalano-aragonés en 1396 se encontraba en tierras sicilianas, debiendo encargarse de la regencia su mujer, María de Luna, hasta su vuelta de Sicilia un año más tarde. La regente hubo de repeler la invasión a cargo del yerno de Juan I, el conde de Foix, quien pretendía defender los derechos sucesorios de su mujer.

Instalado en el trono, buscó y consiguió el apoyo de las Cortes y de las ciudades marítimas apara solventar sus problemas económicos. Incorporó el condado de Ampurias (1401) y apoyó al papa Benedicto XIII. Realizó una cruzada sin demasiados resultados contra los corsarios de Tremecén (1398) y Bona (1399). La sublevación de Cerdeña, apoyada por Génova, fue sofocada por su hijo, Martín, en 1409. La muerte de éste dejó a su padre como heredero de Sicilia. No obstante, se planteó un problema sucesorio al no tener Martín I más hijos, ni de su primer matrimonio ni del segundo con Margarita de Prades (1409). Muerto el rey, la cuestión se resolvió en el Compromiso de Caspe (1412) en favor de Fernando de Antequera.

  • Hacemos mención significada de Doña María de Luna, esposa de D. Martín, pues fué una mujer singular digna de una más amplia reseña.

Hija de Don Lope, primer conde de Luna, y de Brianda D'Agout, su nacimiento se situaba en tierras aragonesas, probablemente en Pedrola (Zaragoza), hasta la publicación en 1986 de un manuscrito del que fuera presbítero de Jérica, Francisco del Vayo (1518-1593) que afirma que el rey Martín tenía “de ordinario su asiento” en Segorbe “por haber nacido la serenísima señora doña María, su mujer, en dicha ciudad, y aún ser aquella su patrimonio”.

Fué prometida al infante D. Martín con apenas 8 años de edad y fué reina de Aragón, condesa de Luna, duquesa de Montblanc, señora de Bolea, Berbegal, Loarre, Vall d´Uxo y Segorbe.

Mujer noble, pues descendía de la casa de los Luna, caritativa y amante de la justicia, de profundas convicciones religiosas, sin llegar a la superstición, y aficionada a la música y a la lectura, elegante y austera, la pompa y frivolidad de la Corte no influyeron en esta mujer, que superaba a su marido en la capacidad de gobierno. Cercana al pueblo, protegió siempre a los mas desfavorecidos, ayudándoles económicamente, incluso les eximió de impuestos; defendió a los payeses de remensa, a las aljamas de moros y judíos de Calatayud y Daroca; intentó poner paz entre los clanes familiares que estaban asolando el reino, incluidos los de su propia familia; escribió varias cartas al Papa, Benedicto XIII, para abolir los malos usos catalanes que consideraba contrarios al derecho humano y divino...

No está documentado qué tipo de permiso le fué concedido para tener no solamente acceso sino incluso una celda propia en la Cartuja de Valldecrist, siendo sabido que en los monasterios cartujos está terminantemente prohibida la entrada a las mujeres, incluso hoy en día.



Bonifacio Ferrer:


Bonifacio Ferrer en un azulejo del Santuario de la Virgen de la Cueva Santa

Entre los muros de Valldecrist habitaron personajes tan relevantes de la cultura y de la espiritualidad hispánicas como fueron los valencianos Bonifacio Ferrer y Francesc Maresme, los únicos cartujos españoles que llegaron a ser Generales de la Orden.

Bonifacio Ferrer nació hacia 1355 en el seno de una numerosa familia hijo del notario Guillem Ferrer y de Constança Miquel, como sus hermanos Pere, Vicent (San Vicente Ferrer), Constança, Agnés y Francesca. Estudió Derecho en Perusa (Italia) y se graduó en Lleida como doctor en cánones, donde también estudió teología.

Se casó con Jaumeta Despont, con la que tuvo numerosa descendencia, once hijos de los que sólo se conoce el nombre de los varones Pau, Lluc, Joan y Francesc. Fué jurado en la ciudad de Valencia, pero a la muerte de su esposa y de sus siete hijas comenzó a reorganizar el patrimonio familiar con la firme voluntad de ingresar como cartujo en Portaceli.

A los tres meses de su incorporación fue ordenado y siendo administrador de esta cartuja se construyeron la capilla y retablo de la Santa Cruz. A principios de 1400 viajó a la Grande Chartreuse para asistir al Capítulo General de la Orden. En 1402, después de asistir a tres Capítulos Generales fué escogido como Prior General de la Orden Cartujana. La situación de división traumática del cristianismo, que llegó a tener hasta tres papas electos, también fragmentó la orden de San Bruno en dos obediencias. Consiguió la reunificación instalándose en Valldecrist como General de la Orden.

Aunque no está documentado, dice la tradición que con sus propias manos fabricaba unas imágenes de escayola, que representan a la Virgen anciana con traje de viuda, que repartía entre los pastores para que les acompañara en sus zurrones durante el pastoreo. Una de estas imágenes dió lugar a la devoción a la Virgen de la Cueva Santa (en su santuario, en el término de Altura), que es patrona no sólo de Altura y Torás, sino de toda la provincia de Castellón.

En 1412 fué delegado del reino de Valencia en el Compromiso de Caspe, donde se decidió la sucesión de la Corona de Aragón, tras el fallecimiento sin herederos de Martín I el Humano.

Falleció el 29 de abril de 1417, siendo el primer cartujo enterrado en el cementerio del Claustro Mayor de Valldecrist. En 1917 sus restos fueron trasladados en romería al Santuario de la Cueva Santa, donde permanecen en la capilla del Santísimo Cristo.

Francesc Maresme


El Padre Civera sitúa el nacimiento de Francesc Maresme en la ciudad de Sagunto (Murviedro en la época), aunque no especifica la fecha. Sí relata que "consangrándose todo al divino servicio de esta casa santa el año 1402", refiriéndose a la Cartuja de Portaceli, de la que era cronista.

Francesc de Maresme fué prior de Portaceli, Montealegre y Valldecrist y General de la Orden Cartuja.

Lluis Mercader


Hijo de los condes de Buñol, llegó a ser prior de la Cartuja, confesor del rey Fernando el Católico, embajador en Alemania ante el emperador Maximiliano I, embajador en Roma ante el Papa Alejandro VI, visitador e Inquisidor General de la Corona de Aragón.

Las crónicas nos hablan de la extraordinaria personalidad de Lluís Mercader así como de su calidad de gran matemático y muy experto en artes mecánicas, por lo que guardaba en su celda astrolabios, relojes y otras máquinas para sus estudios. Murió en Valldecrist en 1515.



Otros



También estuvo en la cartuja Fray Antonio Canals, donce escribió su Scala de Contemplació.

Por otra parte residió allí en diversas ocasiones, como un cartujo más en su celda, el papa Benedicto XIII. Uno de sus colaboradores, Pere Jordá, fué prior del cenobio.

También fué prior de Valldecrist Juan de Castro, el cual, siendo novicio, recibió la visita de su amigo San Ignacio de Loyola, que quiso residir una semana en la cartuja.

Por último, otra personalidad que también ocupó el cargo de prior del monasterio de Altura fué Joaquín Alfaura, su cronista más exhaustivo y autor de una interesante bibliografía, cuya relación con la historiografía cartujana valenciana del siglo XVII es fundamental.