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Diferencia entre revisiones de «El pare Vicent - cooperativismo castellonense»

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EL PARE VICENT Y EL COOPERATIVISMO CASTELLONENSE

Nuestro ilustre paisano creó y difundió los Sindicatos Católico Agrarios, base de muchas de las actuales Cooperativas y Cajas Rurales

Una de las opciones formativas que nos ofrece nuestra UJI Mayores son los talleres de Antropología y recuperación histórico-cultural y los llamados “Re-coneix la teua ciutat” en los que, guiados por personas expertas, con frecuencia nuestra profesora Pilar Escuder, se visitan lugares que por su interés histórico, social o humano en general, deben ser objeto de conocimiento de personas con las ganas de aprender, propias de los que acudimos a nuestra UJI. Dentro de este contexto quiero hablaros hoy de un personaje, a mi juicio muy importante, en la historia del cooperativismo agrario de nuestra provincia y que precisamente por mi vinculación con la cooperativas agrícolas he tenido ocasión de estudiar. Se trata de El Pare Vicent. A partir de la segunda mitad del siglo XIX se produjo un gran desarrollo de la citricultura en la comarca de La Plana, lo que significaba unos mayores ingresos para muchos de sus habitantes como consecuencia de la revalorización de las tierras, los ingresos que sus cultivos proporcionaban y los jornales necesarios para llevar a cabo el trabajo en los campos y almacenes. Todo ello ofrecía mayores posibilidades de ahorro y de acceso a la propiedad para las familias, lo que provocaba la existencia de un amplio sector de pequeños propietarios, aunque la mayoría no alcanzasen 0’5 hectáreas, es decir 6 hanegadas, con lo que los ingresos de su explotación los tenían que complementar con los jornales que realizaban fuera de ella. De este modo la población se podía considerar dividida en dos grandes grupos: comerciantes y grandes propietarios por un lado y pequeños propietarios y jornaleros por otro. Impulsados por el Pare Vicent, se crearon en la provincia de Castellón los Círculos Católicos, siendo su principal objetivo el poner en contacto a los patronos y a los asalariados para la mejor defensa de los intereses de ambas partes, lo que dio origen a las Cajas de Socorros Mutuos. Se crearon los de Villarreal en 1881, Castellón en 1882 y los de Nules y Burriana en el año 1883. Sin embargo, la poca operatividad reivindicativa de los Círculos provocó una refundación del movimiento católico, de la que era partidario el propio Pare Vicent. El fracaso de los Círculos Católicos y la situación socio-económica, con una estructura de la propiedad pequeña y dispersa, hacía necesaria la existencia de canales de crédito para la adquisición de abonos y otras materias primas indispensables para la explotación de las tierras. En consecuencia se constituyeron en diversas localidades de nuestra provincia los Sindicatos Agrícolas y Obreros, cuyo rasgo más importante eran su confesionalidad, es decir de orientación y carácter confesional cristiano. Prestaban una especial atención a la cooperación agraria, que comprendía varias instituciones: la citada Caja de Socorros Mutuos, la Caja de Crédito Popular y la Cooperativa de Consumo y Producción. La Ley de Sindicatos Agrícolas fue promulgada y publicada en la Gaceta de Madrid, el B.O.E. de la época, a finales del mes de enero de 1906.

El Pare Vicent

El Pare Vicent

En la Comunidad Valenciana los principales difusores del cooperativismo fueron D. Eduardo Pérez Pujol, D. José Polo de Bernabé, introductor de la mandarina y D. Antonio Vicent, pudiéndose considerar a éste último una figura fundamental en el génesis y desarrollo del cooperativismo valenciano. Nace en Castellón el 2 de octubre de 1837, donde realiza sus estudios de bachillerato. Se licencia en Derecho y Filosofía en la Universidad de Madrid en 1859. Dos años después ingresa en la Compañía de Jesús. En 1868 la Revolución “Gloriosa” le obliga a exiliarse a Francia donde entra en contacto con el catolicismo-social centroeuropeo del que, a su regreso del exilio, se convertirá en ferviente propagandista en suelo español. En 1870 se ordena sacerdote, por lo que a partir de ese momento es conocido como el Pare Vicent, siendo destinado como profesor de Teología al Colegio de los jesuitas de Tortosa. En 1883 se traslada al Colegio de San José de Valencia en donde muere en 1912. La publicación en 1891 de la Encíclica “Rerum Novarum”, en la que León XIII abría a los católicos el camino de la acción social, orientándoles e incitándoles a reflexionar sobre el papel de la Iglesia en la resolución de la llamada “cuestión social”, hizo que en 1895 el Pare Vicent publicara el libro “Socialismo y anarquismo” en el que analizaba con detenimiento el origen y las causas de la cuestión social, al tiempo que proponía la solución a la misma desde el punto de vista de la ortodoxia católica. De ahí el origen de los Círculos Católicos, para los que en 1887 el Pare Vicent elabora un reglamento-tipo en el que define a éstos como asociaciones de patronos y obreros que desarrollan cuatro tipos de actividades básicas: religiosas, económicas, instructivas y recreativas. Pese al éxito inicial de los Círculos en nuestras tierras durante los las dos primeras décadas de la Restauración, a finales de siglo entraron en declive por las dificultades de atraer a los trabajadores y el abandono de su financiación por parte de los patronos, por considerarlos instrumentos poco eficaces para la defensa de sus intereses. El propio Pare Vicent será de los primeros en reconocer el fracaso de los Círculos y a partir de 1896 evoluciona, acentuándose su vertiente corporativista del movimiento, señalando la necesidad de sustituir aquellos por Gremios, especialmente los formados por agricultores. De esta forma se creó ese mismo año en Castellón el Gremio de Labradores de San Isidro, al que siguieron el de otras poblaciones castellonenses. En 1904 existían 12 Gremios católicos en nuestra provincia que agrupaban a más de 3000 socios, lo que suponía más del 30 % de las personas agrupadas en toda clase de asociaciones. Con el paso de los tiempos Círculos y Gremios evolucionarían para convertirse en los Sindicatos Católico-Agrarios, nombre que ha llegado hasta nuestros días en alguno de ellos, de tal forma que el asociacionismo, después de un período expansivo hasta 1910, disminuyó para experimentar un nuevo auge a partir de 1919 como consecuencia de la crisis motivada por la primera guerra mundial, para decaer de nuevo en los años veinte, los mejores para la agricultura valenciana de exportación. Pero a pesar de estos vaivenes, en la mayoría de las poblaciones más importantes quedó un Sindicato o una Caja Rural de los que descienden en línea directa muchas de las actuales cooperativas y Cajas Rurales de Crédito, ubicándose las más boyantes de España en la comarca castellonense de La Plana, nacidas todas ellas entre finales del siglo XIX y principio del XX y siendo continuadoras de aquellos Sindicatos Católico-Agrarios a cuya creación y difusión dedicó su vida el Pare Vicent.